"¿Salir yo de la zona de confort? Ni hablar, en esas tierras hay dragones y basiliscos..." Hablando de forma simple, eso es lo que solemos hacer, negarnos a explorar, porque tenemos miedo (a lo desconocido, a lo que piense el de al lado, a equivocarnos...); nuestro entorno conocido, es cómodo, no nos produce estrés, ni nos altera... pero tampoco nos hace crecer o aprender, no descubrimos nuestro verdadero potencial en nuestra zona de confort. Para el alumnado de idiomas, la zona de confort suele ser, por regla general, el silencio: "No, yo no sé expresarte mi opinión, así que mejor me callo", "Es que me lío y prefiero escuchar, que mi compañera habla muy bien y escuchando aprendo"...
Eso de que a hablar inglés se aprende escuchando es una verdad a medias: aumenta tu vocabulario y tu comprensión, sí, pero si no intentas comunicarte y crear estructuras, frases que te sirvan para expresar tus ideas, te falta la mitad del trabajo. Es como querer aprender a nadar tomando apuntes en el borde de la piscina. Así que ¡Salta! porque sino nunca sabrás de lo que eres capaz.
Y si tanto teméis el ridículo, el error, los nervios, todos esos "dragones y basiliscos" que habitan en la zona de confort, recordad las palabras de Chesterton: "Los cuentos de hadas son bien ciertos, pero no porque digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que podemos vencerlos".
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